Decían los revolucionarios franceses con mucha sabiduría que la revolución se termina cuando deja de salir agua de la canilla, pensamiento simple y muy profundo que hace a que la revolución no solo es renovación sino también, y mucha, gestión. Nuestro sistema eléctrico esta hoy más o menos en el mismo estado de conservación que estaban nuestros ferrocarriles antes de producirse el trágico accidente de Once hace ya algunos años que obligo a la Cris a despedir primero al clectocrata que lo administraba y poner en su lugar a simplemente un buen administrador que transformo el sistema con razonables inversiones y medidas que de haberse tomado antes nos hubiesen ahorrado los muertos de Once y no hubiesen terminado con el clectocrata en la cárcel.
Hoy nuestro sistema eléctrico está en las mismas condiciones que nuestros ferrocarriles en aquel trágico momento, para corroborar esto no hace falta más que mirar, con mucha pena, las grandes torres que traen la energía a las ciudades y ver que se caen a pedazos por falta de mantenimiento, para alegría de los horneros que anidan en ellas y del óxido que lentamente se las come por falta de pintura.
Y lo que no se ve de nuestro sistema eléctrico esta igual o peor, cables subterráneos que por falta de mantenimiento han salido de servicio y casi nulas inversiones en más de los treinta años que lleva la privatización del sistema que todavía funciona, no por la acción de sus actuales y privados maneja dores, sino más bien porque la demanda en términos reales se ha mantenido contante o aun ha decaído, primero por la eliminación de las industrias en la época del nefasto riojano y por la aparición de las luminarias de bajo consumo primero y los lets después.
En la época de nuestro anterior y simbólico presidente llegaron a su fin la mayoría de las concesiones de las grandes generadoras eléctricas, en ese momento esas empresas debieron ser adsorbidas por Enarsa y administradas desde el estado y empezado su lenta reconstrucción, pero no, como decíamos el Alberto fue un presidente simbólico por partida doble, ya que ejercía un doble comando que era en realidad manejado desde otro lado, y simbólico también porque nunca se animó a hace lo que tenía que hacer, en energía entre otros temas. Para poner en blanco y negro el tema digamos que un gigawatthora es pagado a más o menos 4 dólares a Salto Grande, que es una energética manejada por un estado provincial y en cambio pagaríamos casi 19 dólares al Chocón, por la misma cantidad de energía, que es manejado por privados.
USTED SE PREGUNTABA PORQUE HABÍA AHORA TANTOS POBRES, BUENO AQUÍ TIENE UNA DE LAS RAZONES DEL PROBLEMA.
Pero ahora hemos agregado un término más a nuestra complicada ecuación energética, no estatizamos ni tampoco hemos vuelto a licitar nuestras centrales, solo renovamos precariamente cada seis meses los contratos, a veces si, a veces no, y para no hacerlo menos trágico le hemos comenzado a pagar a las energéticas con papeles de colores, que emitimos en dólares, que por supuesto no tenemos, algo parecido al papel picado pero un poco más grande y mejor impreso, esto hace que si los operadores con contratos a 30 años no hayan invertido un peso ahora sin contratos y pagados con papel de colores con toda seguridad no invertirán ni un centavo más en el sistema.
No es cierto que haya que invertir miles de millones para poner el sistema en condiciones y que como dicen los concesionarios actuales haya que reconstruir todas las centrales, si inversiones hay que hacer, pero no más allá que las que tarifas que se puedan pagar permitan, y hay otro truco bajo la manga del gobierno para bajar aún más el consumo eléctrico, que es emitir la reglamentación para que se pueda aplicar la ley de cogeneración y miles de consumidores puedan poner sobre sus viviendas paneles solares que bajarían el consumo y permitirían tarifas energéticas razonables.
Hoy hay una ley que permite el uso de estas células fotoeléctricas, pero no se ha hecho la reglamentación para obligar a que las distribuidoras cambien los medidores en beneficio de las tres o cuatro grandes empresas de distribución, sobre todo de los grandes centros urbanos. La inversión de las fotos celdas las harían los privados (usuarios particulares me refiero) seguramente con el dólar colchón, todos tendríamos luz y mucho más barata. Para tener una idea hoy el kwh fotoeléctrico cuesta más o menos 0,1 dólar el kwh mientras que el Kwh que nos venden va desde 0,19 a 1 dólar dependiendo de la cara del cliente.
Esto entre otras cosas evitaría que tengamos que cortar el gas o comprar gas al exterior todos los inviernos, pero ese es otro tema.
Esta noche nuestro bien amado, magnifico, iluminado, y probablemente irrepetible presidente viajara a buscar cómo desarrollar la inteligencia artificial, se ve que la natural le escasea a él y a sus colaboradores, colaboremos deseándole suerte en esta su nueva aventura, sin antes de recordarle que cuando se apaga la luz se inicia la revolución.
Norberto Rosendo | Ingeniero en Ferrocarriles | Integra la Asociación Civil Salvemos al Tren