Poder, territorio, prestigio. Son la tríada considerada clave en la política internacional.
Ahora bien, ¿cómo conseguir esos factores? Quién sabe. Por lo pronto, parece esencial impulsar la autoafirmación. También, delinear objetivos afincados en el interés profundo de la región propia, eliminar anhelos imposibles, conocer la fuerza real con que se cuenta, buscar afines (circunstanciales y hondos); elaborar un concepto que hilvane pasado y futuro, establecer buen vínculo con la sociedad a la que se pertenece y no ofender al resto. Claro: para encarar la relación con el mundo, un país precisa, sobre todo, una economía vigorosa. Todo eso y tanto más es posible si se cuenta con un Estado sólido y a la vez flexible para entablar vínculos con los equivalentes. Ese Estado debe pensar; sobre todo, tiene que saber identificar los rasgos salientes de la era que le toca atravesar. Confundir un período con otro puede ser letal.
El mundo está en guerra, la misma es parte intensa de la política. ¿Existe la guerra justa? Suele replicarse que no. Pero lo cierto es que, si resulta imprescindible, la evaluación ética se adecúa a la profundidad de los motivos que la propiciaron. En suma, Occidente necesita la guerra por razones inmediatas, que abarcan el rédito directo, el saqueo de recursos y la lentificación del proceso de transformaciones. Pero la Multipolaridad necesita ganar esta guerra para evitar un retroceso anti histórico. Para garantizar que los conocimientos aquilatados por la humanidad sean aplicados en beneficio de la misma. Sus conducciones han comprendido que la paz les beneficia, pues el contraste de modelos brinda primacía al creativo sobre el estéril.
Aunque resulte espiritualmente inhóspito, vamos a desandar cierto idealismo. Esos liderazgos no son “buenos” ni “justos”; son necesarios.
Estas Fuentes pueden causar sorpresa. Usted sabe, lector: se dice que el período es negativo, que la famosa derecha gana en todo el mundo. Quien escribe tiene otra mirada, nutrida por información. El gravísimo problema en que se ha metido la Argentina no debe trasladarse al estudio del planeta en su conjunto; las naciones, como se verá a continuación, están en otra cosa.
El año 2023 finalizó encauzando y profundizando el rumbo que caracterizó el tramo previo. Se han consolidado algunos espacios significativos. Eurasia es ya un bloque que, pese a los esfuerzos anglosajones, será muy difícil desmontar. Asia Occidental y sus corredores se observan persistentes y ampliados. Asia Pacifico, que se volcó suavemente hacia Oriente sin cortar vínculos, rebajó la intensidad del hilván que desde hace tanto lo relaciona con el Norte. Muy especialmente, se estableció el enlace entre la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP +) y los BRICS -Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica-. Es difícil no considerar esta simbiosis como la noticia del siglo: su concreción implica que los volúmenes y los precios del petróleo se disponen en un marco poblado de emergentes. Ya sucede.
Con esos ejes, varios detalles de nota. El fortalecimiento de Irán, y a su través, de la coalición resistente que se desdobla con armonías tensas en Irak y Líbano. El erguirse de Turquía cual puente entre Oriente y Occidente, pero fastidiando -ratificación electoral del AKP mediante- más a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que a sus (no siempre) amigos musulmanes. Ese vector merece catalogarse al lado de los acuerdos en Oriente Medio alcanzados por Irán, China, Turquía y Rusia para beneplácito de Siria. El aislamiento israelí es notorio, se diga lo que se diga. Como nada es perfecto, el panturquismo, con Azerbaiyán a la cabeza, se cargó Nagorno Karabaj y, de paso, devaluó el enclave cristiano en el Cáucaso que encarna Armenia (¡Ay, Recep Tayyip!).
También es pertinente inventariar el despliegue muy direccionado de Brasil y Bolivia, en el Sur de América, trascendiendo en sus afirmaciones nacionales por encima de la deserción argentina. La consolidación de México, en el otro hemisferio, pese al evidente intento condicionante del gran vecino. Venezuela, sigue de pie.
Además se percibe, contracara imbricada, el deslustre de Occidente. La debilidad política europea frente a la OTAN. La caída firme y sostenida de Alemania que pasó de motor económico continental a potencia en recesión. El fracaso del intento equilibrado que esbozó Francia, el alineamiento forzado de una Italia que parecía despegar, el corrimiento razonable aunque sin salida genuina de España, los comicios con resultados anti atlantistas en varios países. Y no está demás apuntar que las sanciones abroquelaron a Bielorrusia con la Federación en un grado superior, al punto de operar como provincia europea del Oso. Desde ya, el Donbas puede definirse con esos parámetros, aunque porta un carácter dramático con mayores decibeles.
Qué atractivo; el éxito del capital financiero al establecer una dictadura sobre los Estados Unidos y Europa, al desterritorializar los estados, va tornando raquíticas a sus naciones. En Wall Street y Londres, por si fuera poco, las luchas entre corporaciones se vienen intensificando. La influencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) decrece: sólo influye con rigor sobre aquellos países que se disciplinan “voluntariamente” debido a la conexión de sus dirigencias. En este punto, como en tantos, es preciso seguir las observaciones valientes, profundas, del Papa Francisco.
Casi todos los que configuran el espacio del centro tradicional, y desde ya sus satélites (¿estados fallidos?), han canalizado recursos para las aventuras bélicas de la faja radicalizada del bloque parasitario. Eso los ha deteriorado, pero ese deterioro involucra también a los líderes, en especial a los Estados Unidos. El poder político de las grandes naciones del Norte mundial sólo puede emplearse para ratificar esa transferencia hacia una cúspide sin base profunda en la elaboración de riquezas. Y sin capacidad, debido a su propia estructura, para emplear lo recibido más allá de las guerras. Por eso, aunque merezca correctas objeciones técnicas, se lo caracteriza con precisión literaria como un Agujero Negro.
Las sanciones dispuestas tras la promoción bélica contra Rusia y -desde antes, desde siempre- contra Irán, aceleraron los nexos entre los protagonistas del primer párrafo. Las restricciones en el intercambio tecnológico para la fabricación de semiconductores y las complicaciones en el comercio internacional, completaron el impulso chino en la misma dirección. Así, se aceleraron las amalgamas que hasta el 2021 habían sido persistentes pero morosas y se concretaron en materia energética, científico técnica, inversora, comercial, financiera, de transporte y de seguridad. Asimismo, se empezó a dejar de lado el dólar como moneda de reserva e intercambio, en beneficio de las piezas locales. La gran muestra de poder radica en que las mismas cuentan, en última instancia, con el respaldo del Banco Popular de China.
En línea, África ingresó en otra dimensión. Buena parte del continente adoptó decisiones soberanas y expulsó con cajas destempladas a los antiguos, y ya no tan potentes, colonizadores. Casi de modo simultáneo sacó a luz elaboraciones conceptuales que venían de tiempo atrás y disparó un Pensamiento Nacional que configura sostén valioso de su nueva realidad. Claro que allí también el interés material resultó eficaz comando del vínculo entre geo estrategia y política: China y Rusia proveen infraestructura y energía, mientras los europeos -en caída por la hegemonía atlantista, como se indicó- solo proveen exacción de minerales y dolores de cabeza.
De tal modo, este periodista no encuentra razones para borrar una sola línea de los análisis planteados a lo largo de los doce meses que concluyen, ni de los recogidos en el libro Fuentes Seguras, el sendero de la Multipolaridad. En síntesis, el planeta se desplaza hacia una coalición extraordinaria, irregular y no exenta de contradicciones entre la Organización de Cooperación de Shanghai, la Unión Económica Euroasiática, la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental, la Liga Árabe, los BRICS +, la OPEP +, y una gran cantidad de alianzas con menor número de miembros. Entre todos configuran una dimensión colosal.
Los enlaces se visualizan en los corredores, los transportes, los intercambios, las inversiones. La Iniciativa de la Franja y la Ruta, la Iniciativa de Seguridad Global. La Iniciativa para el Desarrollo Global. China, que hace esfuerzos para evitar que la virulencia financiera haga saltar todo por los aires, emite un mensaje que puede decodificarse así: somos una civilización, respeten eso; ustedes son civilizaciones también, no queremos que se asimilen a la nuestra, sino que se asuman como tales y cumplan sus roles históricos.
Ese volumen se articula en el firme control de los estados, en su capacidad de asociación por región, pero también por complementariedad de intereses, en el impulso de la inversión, la producción, el comercio, la investigación científico técnica. También se esboza, todavía en pañales, la confluencia del conocimiento (expresión con muchas acepciones) a nivel global a través de una nube insuflada por internet y hasta ahora sub utilizada debido a las acciones occidentales destinadas a trabar, desinformar y confundir. Pero ese factor también tracciona en sentido comunitario.
El PBI de los Multipolares crece. El de los alineados con el bloque anglosajón que conduce la OTAN, cae. El cruce definitivo, en las mediciones del año 2010, se había anticipado para el 2025. Habrá que esperar un poco más, pues el centro occidental halló el modo de ralentizar el proceso con arrestos guerreristas acompañados por gigantescas campañas publicitarias. Debido a su tremendo poder de fuego y a la irresponsabilidad que caracteriza a sus opacas referencias, todo puede suceder en el año que ahora comienza. Si la humanidad sobrevive a las provocaciones que sin duda llegarán, en el mediano plazo la vida será diferente a la conocida hasta el presente.
¿Qué significa eso? Una pista para, después del brindis, seguir pensando. El Sendero de la Multipolaridad es impulsado por los intereses materiales de fondo. La historia es así. Quien potencia, es el futuro; quien recesiona, es el ayer. Aunque el andar emergente pueda derivar en la concreción de un grato humanismo, lo cierto es que el ser humano conseguirá construir su destino si admite que el territorio en que le toca vivir -su nación, su región- necesita desarrollarse económicamente. El crecimiento concreto de un espacio merece considerarse más digno que cualquier emotiva proclama ambientalista. Es que la erradicación de la zona extrema del capital financiero abrirá la posibilidad de utilizar las nuevas tecnologías al límite, bajo control de Estados orientados por sus pueblos.
(La consideración acerca de una zona extrema del capital financiero, como la de lucha entre corporaciones, está relacionada con las contradicciones que se registran en su interior. No hay futuro allí, todos son profundamente reaccionarios; pero sus reyertas también influyen y deben ser tomadas en cuenta a la hora del panorama global).
Gracias lector, por su atención y su inteligencia. Durante este año.
Y todos estos años.
Persistente gratitud de quien escribe para los grandes analistas internacionales que brindan su aporte a estas líneas. Stella Calloni, Nestor Gorojovsky, Walter Formento, Julio Fernández Baraibar, Juan Francisco Soto, Abdul Karim Paz, Guillermo Caviasca, Sebastián Shulz, José María Damsky, Telma Luzzani, Victor Portnoy y varios más.
Fuente: Gabriel Fernandez
- Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal