LOS HERMANOS MACANA. El primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, y el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, están orientando a sus naciones a una contienda de gran valor para Occidente; en simultáneo, se alejan de la influencia rusa e iraní y se aproximan a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a través de la creciente injerencia europea.
Nagorno Karabaj, región montañosa de población armenia, fue impuesta por la Unión Soviética como territorio autónomo dentro de la República de Azerbaiyán en 1923. Nagorno identifica las tierras altas en ruso, en tanto Karabaj refiere a un jardín negro -inspirador de una de las bellas alfombras elaboradas por allí- en base a un vocablo de origen persa.
El lugar fue declarado República de Artsaj, aunque en la práctica ha funcionado como parte de Armenia, país que libró varias guerras para conservarlo. La primera, ganada por Ereván, en 1993. La última, ganada por Bakú, muy recientemente, en 2020. La situación, empero, se equilibró con la ayuda del presidente de la Federación, Vladimir Putin: envió una fuerza de paz y prometió garantizar que se devolvieran a Azerbaiyán los territorios colindantes, y que el núcleo central siguiera bajo control armenio.
Sin embargo, tres años después, Azerbaiyán aprovechó la inestabilidad regional derivada de la propia historia pero también de la guerra en Ucrania, y desató como un rayo una ofensiva que le permitió absorber el lugar. La diferencia con los litigios anteriores radica en que Armenia no intentó confrontar sino que limitó sus exigencias al cese del fuego y el cuidado de los prisioneros. La Federación de Rusia se mantuvo neutral y en vez de volver a sostener los derechos de la nación cristiana, lanzó duros cuestionamientos a sus dirigentes.
En el párrafo reciente se evidencia la complejidad de la situación.
Quizás sea cierto que No conquistamos la montaña, sino a nosotros mismos.
FORTALEZAS Y DEBILIDADES. El Cáucaso es una región natural situada entre Europa Oriental y Asia Occidental, entre el mar Negro y el mar Caspio. Incluye a la propia cordillera del Cáucaso y las tierras bajas en derredor. Pertenece a Armenia, Azerbaiyán, Georgia y Rusia (en su seno, a las repúblicas autónomas de Karacháevo-Cherkesia, Kabardino-Balkaria, Ingusetia, Osetia del Norte – Alania, Chechenia y Daguestán). Tiene dos partes: el Cáucaso Septentrional, que forma parte de la Federación de Rusia, y el Cáucaso Meridional, con Armenia, Azerbaiyán y Georgia.
La semana que concluye, el azerí Aliyev dispuso lo que denominó una operación antiterrorista que en 24 horas desembocó en una victoria acelerada. El armenio Pashinián indicó que el texto del acuerdo “no tiene nada que ver con la República de Armenia”, dejando de lado toda mención a la República de Artsaj. La observación fue rechazada por amplias franjas populares que consideran la propiedad de la zona como una Causa Nacional y generaron amplias y furiosas movilizaciones anti gubernamentales.
Según analistas occidentales como Mónica Redondo, “Pashinián venía preparando la jugada desde hace tiempo, porque esa torre ya no era defendible. Sacrificarla, espera el primer ministro, permite hacer tablas y Armenia acabará convertida en una sólida parte de Europa”. Por eso “nadie quiere parar la guerra”. Yeghia Tashjian, analista armenio, estimó que “La renuencia de Rusia a asegurar una Armenia indecisa debilitará a ambos”. Y añadió que “En el contexto de un bloqueo prolongado de nueve meses por parte de Azerbaiyán al Corredor de Lachin –un cordón salvavidas que une Nagorno Karabaj con Armenia– la región se encuentra en una coyuntura crucial, tambaleándose una vez más al borde de la incertidumbre y el malestar”.
CONTRADICCIONES Y SORPRESAS. La secuencia es extraña. el 18 de septiembre, Moscú impulsó un pacto entre Azerbaiyán y Armenia destinado a desbloquear con fines humanitarios el Corredor de Lachin y la ruta de Aghdam (que conecta Nagorno Karabaj con Azerbaiyán). La iniciativa posicionó la imagen de la Federación de Rusia como principal mediador en el Cáucaso con influencia sobre las partes en conflicto, superando de hecho a otros actores como Turquía, Irán y las potencias occidentales. Sin embargo, solo un día después, Azerbaiyán lanzó su gran ofensiva contra los armenios allí establecidos y se hizo de la zona. Putin fue sorprendido por esa deslealtad y dejó de intervenir directamente.
El día posterior a la ofensiva azerí, las fuerzas armenias de la República de Artsaj (situadas en el territorio en disputa) se rindieron y acordaron otro alto el fuego, exigiendo la garantía rusa para el mismo. Rusia nada dijo. Pero el gobierno de Ereván tampoco intervino, dejando a su suerte a los coterráneos de la región montañosa, gestando así malestar en el pueblo armenio y en sus hermanos asentados en la región en litigio. En sintonía se originaron más interrogantes acerca de la política de Moscú para garantizar la seguridad.
De todos modos, el gobierno ruso volvió a utilizar al ex presidente Dmitri Medvédev para decir lo que piensa con rudeza. Para sorpresa de varios, en vez de condenar la avanzada de Azerbaiyán que resquebrajó el acuerdo de paz, se dirigió al armenio Pashinián en estos términos: “Un día, uno de mis colegas de un país hermano me dijo: ´Bueno, soy un extraño para ti, no me aceptarás´. Respondí que tenía que hacerlo: ´No juzgaremos por la biografía, sino por las acciones´. Luego perdió la guerra, pero extrañamente conservó su poder. Luego decidió culpar a Rusia por su mediocre derrota. Luego cedió parte del territorio de su país. Luego decidió coquetear con la OTAN y su esposa, desafiante, se dirigió a nuestros enemigos con galletas. Adivina qué destino le espera…”.
Efectivamente, mientras se desarrollaban los acontecimientos, la esposa del primer ministro armenio se dirigió a Kiev para entrevistarse con el presidente ucraniano Volodímir Oleksándrovich Zelenski. Al desbrozar la intrincada trama, es posible atisbar que al gobierno de la Federación de Rusia le molestó mucho más el corrimiento armenio hacia la OTAN que el zigzag azerí. El problema que tiene ahora Armenia es que su economía se encuentra bien ligada a la rusa; una ruptura en toda la línea lo llevaría a enlazar con una Europa en caída, pero además a depender de azeríes y turcos que operarían como puerta de ingreso al Viejo Continente.
NADA ES PARA SIEMPRE. Para entender la gravedad de esta opción resulta preciso recordar el Genocidio Armenio iniciado en 1915 -el Gran Crimen turco que incluyó asesinatos, deportación forzosa y el intento de exterminar esa cultura-, pero también que los azeríes son considerados un pueblo turco. Hablan la misma lengua y resultan identificados por los pueblos musulmanes de la región con esa nación. En concreto, buena parte del Cáucaso simpatiza con los armenios -vale insistir, cristianos-, pero considera al gobierno de Pashinián como poco confiable. Entonces, aunque armenios y azerbaiyanos son los peores vecinos del mundo entre sí, hoy intentan desprenderse de la Multipolaridad para acercarse, ante el asombro de propios y extraños, al atlantismo.
El lector sabe que desde estas líneas se advirtió en reiteradas ocasiones que el sendero transitado por los emergentes no es lineal, que el éxito no está asegurado y que las luchas internas en el mundo naciente pueden ser intensas. Este es un ejemplo palpable.
Los otros dos protagonistas en la región vienen actuando dentro de la lógica política esperable. Turquía persiste en el respaldo a Azerbaiyán, mientras Irán advirtió a su “amigo” armenio que no podrá seguir respaldándolo si se aproxima a la OTAN. Todos indagan ¿por qué el gobierno cristiano procede de este modo? Algunos hablan de intereses particulares de su dirigencia -básicamente Pashinián, y a su vera el presidente Vahagn Garniki Jachaturián- aunque otros justifican la (in) acción al sentenciar que la causa Nagorno Karabaj ya está “perdida”. Es evidente que el panorama está integrado por otros factores.
Ahí es donde surge un complejo interrogante. La postura vacilante del oficialismo armenio no es nueva aunque ahora se ha acentuado. Pero no llegó ahí por obra y gracia de la naturaleza rocosa del lugar sino por el voto de sus compatriotas: En 2021, a pesar de la cantidad de críticas que recibió tras la derrota de su país un año antes en la guerra de Nagorno Karabaj, el primer ministro, Nikol Pashinián, fue vencedor en las elecciones parlamentarias. Sorprendió a la oposición que Pashinián se quedara con la mayoría de los votos. Su partido Contrato Civil obtuvo el 53,92% de los sufragios emitidos; mientras que su mayor rival, la Alianza Armenia del ex presidente Robert Kocharián, se quedó atrás con un 21,04%. Cabe imaginar la preocupación de rusos e iraníes, pues Kocharián encarnaba, en sentido inverso, la Causa Nacional sobre el territorio en disputa.
BELLEZA EXTERIOR, OPACIDAD INTERNA. Existen algunos indicios de valor que quien narra anhela insertar. Por caso, en el territorio armenio viven casi tres millones de personas, pero debido a la diáspora, unos diez millones habitan en el exterior. Sobre todo en Rusia y en los Estados Unidos. Ambas zonas de radicación no son ajenas a la concepción de cada colectividad. Si los asentados en la patria del Oso ratifican la identidad y, aunque pretenden la paz, rechazan la cesión de Nagorno Karabaj y los acuerdos a la retranca con Azerbaiyán, los que se sitúan en el Norte americano parecen impregnados de la cultura occidental e influyen, indirectamente, sobre la economía y la política interiores.
Los movimientos ondulantes del cuerpo de Kim Kardashian resultan un buen ejemplo: Dos semanas atrás la modelo emitió un interesante pronunciamiento que describe de modo afiatado el panorama de la región montañosa y solicita que se fuerce a Azerbaiyán a desbloquear el Corredor de Lachin y facilitar el traslado de alimentos y medicinas. El problema es que la socialité (¿¿¡¡??) demanda que la solución sea impuesta por el presidente norteamericano Joseph Biden y su secretario de Estado Antony Blinken. Por supuesto que ambos -y varios de sus colegas en Europa– están dispuestos a intervenir, pero resulta muy hipotético que lo hagan en favor de los pueblos de la región. Lo cierto es que la labor de los Hermanos Macana está facilitando el surgimiento de exigencias humanitarias, ese factor que la OTAN suele emplear para encubrir sus arrestos bélicos aquí, allá y en todas partes.
Bien. Los armenios están rodeados por la influencia adversaria. Azerbaiyán al este, Turquía al oeste. Ya hemos explicado que el país que lidera Recep Tayyip Erdoğan no resigna sus intereses básicos en los alrededores. El refugio estructural armenio ha sido la Federación de Rusia; de modo indirecto, la República Islámica de Irán. Al ganar las elecciones, Pashinián, además de evidenciar desinterés por la conservación de Nagorno Karabaj, aplicó una política interna de rasgo neoliberal que deterioró la economía local y perjudicó su potencial ante el adversario. Mientras los azeríes dinamizan su vida interior a través de la extracción y venta de combustible, los armenios se encuentran en una meseta que les impide despegar. Rusia e Irán, entonces, afrontan un desafío muy complejo: cómo respaldar a una nación que no se respalda a sí misma. De allí la “neutralidad” de Putin, la carta de Medvédev, las advertencias persas.
En verdad el desencuentro viene de hace rato. Rusia se retiró del Tribunal Penal Internacional en 2016, cuando percibió que Occidente lo empleaba para establecer sanciones contra líderes y gobiernos corcoveantes. Hace poco, el 1 de septiembre del año en curso, Armenia adhirió a esa misma institución. Eso significa que Putin ya no podrá visitar el país sin afrontar el pedido de detención que a nivel mundial ha emitido el Tribunal. Toda una provocación de Pashinián y Jachaturián, que derivó en la “plancha” del Ejército ruso cuando se bloqueó el Corredor de Lachin y por estas horas, cuando se concretó la avanzada militar azerí. Cabe imaginar que Putin y su canciller Serguéi Lavrov se han mordido los nudillos, ansiosos de poner a los azeríes en su lugar, pero imposibilitados de operar ante el re alineamiento armenio.
Ahora bien ¿están realmente imposibilitados? Enseguida lo analizamos.
ACERTIJOS RUSOS. Se sabe: Si no escalas las montañas, no podrás disfrutar del paisaje. La Unión Europea no duda en reconocer la propiedad de Nagorno Karabaj a Azerbaiyán, que ha intentado sostener sus vínculos multipolares sin dejar de establecer relaciones con las potencias occidentales. La situación puede incluir un precio elevado para Armenia. El 45 por ciento de las exportaciones del país van a Rusia. Es de prever que si el gobierno armenio no revierte su decisión de emular, paradójicamente, a su enemigo zonal, a Putin no le temblará la mano a la hora de imponer aranceles, como ya hizo en 2015 con Turquía para ayudar a “reflexionar”, con éxito, a Erdogan. A su vez, Erdogan ha dejado claro que estará encantado de normalizar las relaciones con Armenia en cuanto Ereván haga las paces con Bakú. Es decir, admita que esa parte del Cáucaso pertenece a sus parientes túrquicos.
Más claro: las corporaciones financieras que canalizan su interés en el bloque anglosajón que orienta la OTAN, están a un paso de arrebatar gran parte del Cáucaso al bloque euroasiático que comanda las acciones multipolares.
El interrogante vuelve. Y vuelve. ¿Por qué Putin no se juega un pleno en Karabaj y gana una partida que puede ganar? Es obvio que posee la fuerza de imponerse en la contienda entre dos países que, juntos, tienen la misma población que Moscú. Es nítido, también, que será gravemente acusado; pero después de la Operación Especial sobre Ucrania ¿qué le hace una mancha más al Oso? Tampoco resulta transparente que los desafíos de Ereván o las deslealtades de Bakú lo afecten al punto de inmovilizarlo. Es preciso pensar bien lo que ocurre. Este periodista no tiene respuesta. Pero si se permite anunciar que este progreso de Occidente puede enlazar, en un futuro cercano, con intentos atlantistas de intervenir sobre Asia Central.
UNA GRAN APUESTA OCCIDENTAL. Hay más elementos a considerar. Turquía, con el detectable estilo dual que viene consolidando el liderazgo de Erdogan, está facilitando la pacificación de Oriente Medio al extirpar mercenarios … pero los está re localizando en el Cáucaso Meridional, en sintonía velada con Azerbaiyán. Busca incrementar su influencia en el sur, limitar la de Rusia, controlar el petróleo de Bakú. En acuerdo con Azerbaiyán al tomar Nagorno Karabaj, puede avanzar sobre territorios que pertenecen a Armenia para crear un puente terrestre con el enclave de Najicheván que pertenece a Azerbaiyán y por lo tanto tiene frontera con Turquía. Esto damnificaría no solo los intereses geopolíticos de Armenia sino también los de Rusia.
Asimismo, es preciso recordar que las rutas ferroviarias y comerciales que unen Azerbaiyán, Georgia y Turquía, conectan Europa con Asia Central y China sin la participación directa de Rusia e Irán. La región es acceso de Azerbaiyán a Turquía en varios aspectos económicos. El Oleoducto del Cáucaso Sur de Azerbaiyán corre cerca y lleva gas al Oleoducto de Gas Natural Trans-Anatolian en Turquía. Estos ductos se construyeron con el objetivo de reducir la dependencia del gas de Turquía y Europa de Moscú.
Allí funcionan el Oleoducto Bakú-Tbilisi-Ceyhan y el ferrocarril Bakú-Tbilisi-Kars, dos trascendentes proyectos plasmados de común acuerdo por Azerbaiyán, Georgia y Turquía con respaldo europeo y aquiescencia de los Estados Unidos. La pretensión atlantista es que se establezcan vínculos energéticos que dejen fuera a la Federación de Rusia. Si se concreta ese proyecto en general, la Unión Europea asentará su eje regional en Bakú para controlar el Cáucaso Meridional. De hecho, el suministro de gas de Azerbaiyán a Turquía viene creciendo notablemente desde hace dos años. Como se verá, Armenia ¿era? el contrapeso de los multipolares en la región. Al defeccionar a través de su gobierno, genera temblores de creciente intensidad.
Antes de cerrar este capítulo, no está demás considerar el sentido profundo del posicionamiento persa y, con esa herramienta, entender la disyuntiva que debe afrontar. Para eso cabe volver sobre las consideraciones del analista armenio Yeghia Tashjian. “Irán respalda a Armenia por razones geopolíticas. Teherán está preocupado por las aspiraciones panturquistas de Bakú y su impacto en el norte de Irán, donde hay una minoría azerí significativa. Asimismo, también le preocupa la influencia de Turquía en el Cáucaso, la presencia de Israel en Azerbaiyán y la presencia de mercenarios sirios en su frontera con Azerbaiyán”.
¿Y CHINA? El Dragón no dice ni mu. Bueno, los dragones no se expresan así. Pero lo cierto es que observa con atención el panorama pues en su Iniciativa de la Franja y la Ruta, naciones como Azerbaiyán, Georgia y Turquía son trascendentes. Ni hablar de su “mejor amigo en el mundo”. Quizás ese silencio -para nada inactivo- explique la aparente serenidad rusa. Es aventurado indicarlo, pero vale sugerirlo al lector, en voz baja: Las inversiones del coloso en Georgia se han acrecentado de modo notable. La relación con Turquía ha mejorado mucho. Es probable que pese al avance señalado en este artículo, Occidente padezca algunas sorpresas en el mediano plazo. Algo así como ¿querían Nagorno Karabaj? Ahí la tienen. Hemos corrido nuestra influencia unos kilómetros, pero no hemos salido del juego.
La aspiración implicaría una confianza muy alta de China en su capacidad de convicción, pues Georgia se las trae. No será sencillo influir allí después de lo acecido en 2008 durante la llamada guerra ruso – georgiana. Si esa es la búsqueda, el modulado tono del gigante debe estar susurrando al temperamental vecino: guarda las armas, esto lo resolveremos de otro modo.
Puede que Xi Jinping piense para sus adentros Amo estar cerca de la cima de una montaña. Allí no te puedes perder.
Fuente: Gabriel Fernandez
¿Y CHINA? El Dragón no dice ni mu. Bueno, los dragones no se expresan así. Pero lo cierto es que observa con atención el panorama pues en su Iniciativa de la Franja y la Ruta, naciones como Azerbaiyán, Georgia y Turquía son trascendentes. Ni hablar de su “mejor amigo en el mundo”. Quizás ese silencio -para nada inactivo- explique la aparente serenidad rusa. Es aventurado indicarlo, pero vale sugerirlo al lector, en voz baja: Las inversiones del coloso en Georgia se han acrecentado de modo notable. La relación con Turquía ha mejorado mucho. Es probable que pese al avance señalado en este artículo, Occidente padezca algunas sorpresas en el mediano plazo. Algo así como ¿querían Nagorno Karabaj? Ahí la tienen. Hemos corrido nuestra influencia unos kilómetros, pero no hemos salido del juego.
La aspiración implicaría una confianza muy alta de China en su capacidad de convicción, pues Georgia se las trae. No será sencillo influir allí después de lo acecido en 2008 durante la llamada guerra ruso – georgiana. Si esa es la búsqueda, el modulado tono del gigante debe estar susurrando al temperamental vecino: guarda las armas, esto lo resolveremos de otro modo.
Puede que Xi Jinping piense para sus adentros Amo estar cerca de la cima de una montaña. Allí no te puedes perder.
Fuente : Gabriel Fernandez Director Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal