La Legislatura Porteña aprobó el cambio de nombre de la estación Callao de la línea D del Subte, que pasará a llamarse “Callao – Raquel Liberman”.
De esta manera, Callao será la tercera estación de la red en llevar el nombre de una mujer, tras Plaza de los Virreyes – Eva Perón y Facultad de Derecho – Julieta Lanteri. Una cuarta podría sumarse en breve, de prosperar el cambio de la estación Independencia -ya aprobado en primera lectura-, que sumaría la denominación de “Beata Mama Antula”.
El proyecto, autoría de la legisladora Patricia Vischi (UCR), había sido aprobado en primera lectura en noviembre de 2019 y quedó sancionado en forma definitiva días atrás: la norma fue aprobada en el pleno con 53 votos positivos y 4 abstenciones del bloque libertario.
Raquel Liberman, inmigrante polaca de origen judío, fue la víctima más famosa de la Zwi Migdal, una organización criminal dedicada a la trata de personas y la prostitución. La banda fue desbaratada alrededor de 1930 gracias a la denuncia realizada por la propia Liberman. La elección de la estación Callao de la línea D para homenajear a Liberman se fundamenta en el hecho de que “su vida se desarrolló en esa zona, donde ella fue victimizada pero también donde ella, cuando pudo recuperarse, pudo poner un comercio con mucho sacrificio para criar a sus hijos”, de acuerdo con la diputada Vischi.
La historia de Liberman generó un renovado interés y notoriedad luego de que en 2019 se emitiera la primera temporada de la telenovela “Argentina, tierra de amor y venganza”, una versión ficcionalizada de los hechos reales.
No obstante, más allá del merecido reconocimiento a Liberman, el cambio de denominación de la estación fue recibido con críticas en las redes sociales debido a que el nombre no ayuda en manera alguna a la orientación del usuario.
La política de rebautizar estaciones de Subte con el único objetivo de homenajear a personajes públicos sin relación evidente alguna con la nomenclatura urbana del entorno se ha generalizado en los últimos años en el Subte y ya ha comenzado a extenderse a los ferrocarriles metropolitanos.
Amén de no solucionar ningún problema existente, como el de las estaciones que combinan entre sí y se llaman distinto, otras que se llaman igual y están separadas por varias cuadras y otras tienen nombres muy similares a pesar de estar alejadas geográficamente, la constante danza de nombres para las estaciones obliga a actualizar cartelería y mapas desperdigados por toda la red (en trenes y estaciones) con alarmante frecuencia, lo que acarrea un gasto innecesario: cabe recordar que ya son una veintena las estaciones que han incorporado doble denominación en los últimos años. Para peor, las denominaciones dobles llegan a estar compuestas por cuatro, cinco o hasta seis palabras, lo que torna impráctica su aplicación gráfica.
Fuente: La Nueva Mañana